¡Qué traumático fué aquel dia en el hice click al botón de «eliminar blog«…!

No os lo podeis ni imaginar. Todo el trabajo de meses al garete.

Pero eso me hizo estar alerta cada vez que veo en pantalla algo parecido a eliminar, borrar, suprimir…

Después de leer el artículo publicado por el Diario Médico (DM) sobre un fármaco, en estudio preclínico por el  Instituto Tecnológico de Massachusetts, que pudiera borrar de la memoria los recuerdos traumáticos se me plantean varias preguntas y reflexiones:

• ¿Seguro que es mejor borrar esos recuerdos que aprender de ellos?

Si no recordara lo que me ocurrió con el botoncito de marras, ahora no estaría tan alerta. Entiendo que haya recuerdos que sean psiquicamente traumáticos, potencialmente bloqueadores e incapacitantes con gran limitación para una buena calidad de vida. Es posible. Aquí ya dependerá de cada cual el elegir si conservar esos recuerdos, vivir con ellos y aprender de ellos o no.

•  Pobres ratones…

Ya de estudiante de medicina teniamos que hacer prácticas con ratones y nos bastaba con oir que si les administrabamos morfina tardarían más en sentir calor en las patitas. De verdad que teniamos fé y lo creíamos. Comprobarlo para aprobar la práctica ya se convertía en una tortura innecesaria para estos roedores. Pues en este artículo del DM hablan de descargas eléctricas.

• No deja de ser una ayuda

Realmente, releyendo todo el texto, llego a la conclusión de que periodismo televisivo y medicina no siempre son convergentes. No entendí al ver y oir la noticia en la televisión lo que entiendo al leer la noticia en prensa.

Al parecer ayuda en los casos difíciles de tratar unicamente con psicoterapia, como cuando el evento traumático ha ocurrido hace tiempo (los ratones no respondian al protocolo de extinción, inspirado en la terapia basada en exposición y empleada en trastornos de ansiedad).

• Mira que tienen nombres raros las sustancias farmacológicas/bioquímicas…

Nada más y nada menos, que inhibidores de la histona desacetilasas, y luego agarrate con los pensantes en nombres comerciales. Cada vez más rebuscados y complejos.

Pero es lo que hay.